lunes, 2 de abril de 2007

Teoría de la Felicidad

La Felicidad. Aquél bien tan preciado que uno busca y busca en la vida, como una meta, un objetivo que alcanzar, pero… ¿Qué es realmente la felicidad? ¿qué es lo que buscamos? Preguntas que se vienen haciendo desde la época de los filósofos griegos y cuyo estudio fue denominado Eudemonismo.

El Eudemonismo es una de las corrientes de la ética el cual considera que el principal motivo de la conducta del hombre es el anhelo de felicidad. Esta felicidad puede ser personal (eudemonismo individualista) o colectiva (eudemonismo social). La ética eudemónica, por su sentido activo y por su humanismo, es diferente a la cristiana pues llama a alcanzar la felicidad en la tierra y no en el reino de los cielos. Sin embargo, el eudemonismo preconiza sus normas en calidad de reglas comunes a todos los hombres en una sociedad constituida por clases antagónicas, donde no hay una moral única ni puede haberla.

El concepto Eudemonismo viene del griego eudaimonía, que significa felicidad y Aristóteles fue quien dejó establecido que todos los hombres se proponen alcanzar la felicidad como el bien más final que pueda existir; aquello que es apetecible siempre por sí mismo y jamás por otra cosa.

La tesis de Aristóteles era que la felicidad consistía en la posesión de la sabiduría, por lo cual solo estaba al alcance de aquellos que tenían uso de la razón, que es la característica única de los hombres. La felicidad es la acción del alma en consorcio con el principio racional.

El filósofo reconoció algunas de las condiciones necesarias para la felicidad, entre ellas: las necesidades o condiciones económicas básicas y la libertad personal.

Hoy en día no podemos desligar los aspectos materiales a la felicidad, al igual que en los tiempos de Aristóteles, ya que no podemos concebir la felicidad en la pobreza material y económica (al menos para las necesidades básicas), así como también en una sociedad que no respeta los derechos mínimos de sus miembros tales como la libertad. Estos términos dejarían fuera a una cantidad importante de la comunidad en su posibilidad de conseguir la felicidad ya que la pobreza social es evidente y la libertad está limitada por una vida en comunidad.

De cualquier manera, no podríamos pensar que la felicidad nos puede llegar tan solo con el hecho de satisfacer las necesidades básicas o económicas ya que hay aspectos sociales que participan en el desarrollo de ésta, tales como los éxitos profesionales, emocionales, académicos, etcétera, o en el buen estado de la salud. De inmediato se me vienen a la mente el trío de palabras sostenidas desde mi niñez para el logro de la felicidad: “Salud, Dinero y Amor”.

También hay que tener presente las relaciones que se originan entre el tipo de felicidad (consumismo, hedonismo, permisividad) y las conexiones con las relaciones sociales (familia, amigos, medios de comunicación, profesión, etc.) que, casi siempre, hacen una imagen de tal tipo de felicidad y que extiende a los individuos que pertenecen a grupos sociales específicos. Es decir, el tipo de felicidad que pretendemos depende del tipo de sociedad en que vivimos y nos desarrollamos.

Podemos concluir entonces que no podemos concebir la felicidad en la pobreza y además es difícil creer en la felicidad aristotélica si existe discriminación, intolerancia y violencia en la sociedad. Ni podemos permitir que los conceptos de felicidad de algunos lo sean de infelicidad para otros.

Hay quienes sostienen que la felicidad es un mito y que realmente no existe como un estado permanente, sino momentáneo, es decir, “momentos felices”. Lo que el eudemonismo explica es que la felicidad es el grupo de condiciones que nos hacen sentirnos felices y son aquellas condiciones las que queremos buscar toda nuestra vida, unas veces con éxito y otras no.

Aquí es donde juega nuestro rol como miembros de la sociedad ya que solo de nosotros depende el tipo de felicidad que queremos obtener.

¿Qué es lo que nos hace sentirnos felices?.